El anuncio del Secretario General del Partido Socialista Obrero Español de suprimir la clase de Religión en colegios públicos, concertados y privados si llega al Gobierno ha desatado un debate que suele avivarse en víspera de elecciones. Agitar lo que en otros tiempos se denominó la “cuestión religiosa”, que parecía resuelta en la Constitución de 1978, es una enorme irresponsabilidad en una España en la que precisamente esta cuestión adquirió un trágico protagonismo en la década de 1930.
En realidad, las intenciones de Sánchez responden a una ofensiva laicista que tiene como fin borrar de la vida pública española cualquier referencia a Dios, a la religión, a las creencia o a la conciencia de las personas, con especial virulencia contra la religión católica, mayoritaria en España.
Ciertamente, en la España actual hay personas de numerosas confesiones religiosas y también no creyentes. Pero esa realidad nos debe hacer avanzar en convivencia y respeto por los derechos fundamentales de todos, sin utilizar la estadística para hacer tabla rasa de las convicciones y libertades de millones de españoles.
La supresión de la asignatura de Religión (materia escolar, por cierto, también acordada por el Estado español con confesiones religiosas distintas a la católica) es solo la punta de lanza de una campaña de largo alcance, como ya pusimos de manifiesto en el Informe sobre la clase de Religión en España: situación y ofensiva, que puede leerse y descargarse aquí.
Lo que está en juego es la Libertad Religiosa, un derecho fundamental que nadie nos puede arrebatar y que debemos defender como ciudadanos libres.
Observatorio para la Libertad Religiosa y de Conciencia (OLRC)