La semana que comienza presenta un panorama de la Libertad Religiosa española que podríamos denominar “negro sobre blanco”. O si lo prefieren, un panorama claroscuro.
En la cara más “negra” de la actualidad cabe destacar la exposición perpetrada en Pamplona, en una sala del Ayuntamiento (financiada por tanto por todos los ciudadanos de la capital navarra), por un individuo de salud mental cuestionable. En la citada “muestra artística” se utilizan hostias consagradas (previamente robadas en diferentes iglesias), el Cuerpo de Cristo para los católicos, para insultar a la Iglesia formando la palabra “pederastas”.
En la zona oscura de nuestra sociedad los medios han recordado un hecho inaceptable, a caballo entre el delito de odio y la zafiedad, ocurrido en Sevilla en abril de 2014 en el que se simulaba una procesión católica teniendo como imagen principal un órgano genital femenino.
En tonos grises, suavizado el negro por una cierta estupidez institucionalizada, hay nuevos alcaldes que llegaron al poder con la bandera del apoyo a pobres y desahuciados víctimas de los recortes y en la realidad se están dedicando a recortar libertades y derechos que conforman la identidad de las sociedades. Es el caso del Ayuntamiento de Barcelona, que invita a celebrar el solsticio de invierno en lugar de la Navidad. El laicismo programado y financiado con dinero público para expulsar las creencias religiosas del espacio público.
Pero también hay zonas blancas y luminosas en el aguafuerte nacional de España. Buena parte de los ciudadanos de Pamplona se han echado a la calle para protestar por la agresión a las convicciones de muchos de ellos y el odio a los sentimientos religiosos católicos, que en realidad es una vulneración de la Libertad Religiosa. Los organizadores de la farsa sevillana que invitaba a “adorar” los órganos genitales femeninos han sido imputadas y esperemos que les espere una sentencia judicial tumbativa. El odio debe ser erradicado con la justicia.
El Observatorio para la Libertad Religiosa y de Conciencia seguirá vigilando y, sobre todo, trabajando por eliminar las “zonas negras” de la vida pública española y promover la Libertad Religiosa, un derecho humano fundamental que reconocen los ordenamientos nacionales e internacionales.